¿Sabias que para recuperar tu salud y curar tus enfermedades crónicas, es fundamental modificar tu alimentación y no solamente el consumo de medicamentos?

Alimentación antiinflamatoria y enfermedades crónicas.

Existe actualmente enorme evidencia científica que implica una asociación directa entre enfermedad e inflamación crónica persistente y la mala alimentación.

La inflamación crónica persistente es un proceso de larga evolución, silencioso o asintomático y debe diferenciarse por ejemplo de la inflamación secundaria a un traumatismo que pueda recibir por decir un codo o una rodilla; la inflamación crónica persistente, es un proceso continuo en el tiempo que afecta principalmente órganos y tejidos internos.

La inflamación crónica es el origen de buena parte de las condiciones médicas que aquejan a la humanidad y que se originan a lo largo de muchos años.

La obesidad, la diabetes, la demencia, el Alzheimer, la hipertensión, la artritis, el lupus, la osteoartritis, la osteoporosis, la colitis ulcerativa y el cáncer entre muchas otras son manifestación de la inflamación crónica.

La dieta antiinflamatoria busca dar importancia y prioridad a los alimentos que reducen la inflamación orgánica lo cual se consigue gracias a los micronutrientes, antioxidantes y vitaminas contenidos en algunos alimentos, lo cual es de suma importancia en el tratamiento y control de dichas enfermedades.

La alimentación es la recomendación más relevante en el manejo de enfermedades crónicas, debe ser una alimentación encaminada a disminuir la acidosis y enfocada en alcalinizar el organismo.

Sugerimos la ingesta de probióticos, agua de mar, aceite de sacha inchi, aceite de linaza, aceite de coco, aceite de ajonjolí, vegetales, frutas, verduras y cereales integrales (avena en hojuelas, ajonjolí, quinua arepas de maíz pilado y pan integral entre otros).

Dentro de las acciones que debemos tener en cuenta para promover la acción antiinflamatoria de la alimentación tenemos:

Consumo de alimentos ricos en fibras solubles que actúan mejorando y aumentando la diversidad de bacterias probióticas intestinales las cuales poseen actividad antiinflamatoria.

Estas fibras las encontramos en alimentos como la quinua, la avena en hojuelas, la linaza, la chía, las legumbres, el chucrut y las bebidas fermentadas.

Consumir una buena cantidad de vegetales todos los días, al menos dos platos de ensalada diarios en la que abunden diferentes colores y que puede aderezarse con aceite de sacha inchi, vinagre de manzana, limón y agua de mar. No olvidar agregar a estas ensaladas crucíferas como el brócoli, el kale, repollo, la coliflor y el rábano entre otras.

Usar hierbas y especias antiinflamatorias en buena cantidad para aliñar los alimentos como: Cúrcuma, curri en polvo, jengibre, ajo, cebolla, ají, pimentón, albahaca, romero, orégano, tomillo, canela, perejil y apio entre muchos otros.

Consumir grasas y aceites de buena calidad ricos en omega-3 y omega-9, ya que son antioxidantes y antiinflamatorias que favorecen un adecuado recambio de las membranas celulares, previenen el envejecimiento orgánico y la óptima eliminación de las sustancias de desecho producidas por las células.

Las grasas ricas en omega-3 y omega-9 se encuentran en alimentos como el aceite de linaza, el aceite de sacha inchi, el aceite de ajonjolí, los aguacates, las nueces, los frutos secos, la chía y el pescado entre otros. Su consumo debe ser regular para garantizar su efecto modulador de la inflamación.

Procurar que la mayoría de proteínas provengan de vegetales y no tanto de la carne, ya que esta última genera ácidos que tienden a acumularse en el cuerpo produciendo inflamación.

Se recomienda limitar el consumo de azúcar, lácteos, los enlatados, los embutidos, los cubos sazonadores, el alcohol, los aceites de cocina, las pastas, los productos de galletería y panadería, la sal, y en general todos los alimentos procesados.

Dentro de los aceites recomendados tenemos:

El Aceite de Sacha Inchi:

Es uno de los más ricos en omega-3 y posee un sabor exquisito, pero no debe calentarse para evitar que se pierdan sus propiedades.

Se obtiene a partir de una semilla de un árbol amazónico siendo de los más ricos en omega-3, omega -6, omega-9, vitamina A y vitamina E.

La vitamina E contenida en el aceite de sacha inchi, es un potente antioxidante que actúa retardando el envejecimiento celular.

El aceite de sacha inchi reduce los niveles de colesterol total, de los triglicéridos y eleva los niveles del llamado “colesterol bueno” disminuyendo el riesgo de infarto y trombosis, y además regula la presión arterial.

Se recomienda consumir 1 cucharada al día mezclado con los alimentos al momento de consumirlos.

El Aceite de Linaza:

Otro aceite muy rico en omega-3 de origen vegetal es el aceite de linaza. El aceite de linaza pierde sus beneficios al someterse a la luz o al calor razón por la cual debe consumirse crudo, además es fuente valiosa de lignanos, sustancias que poseen acción anti-cáncer.

El aceite de linaza posee actividad fitoestrogenica ayudando a controlar los síntomas de la menopausia.

Los lignanos del aceite de linaza ayudan a combatir la ateroesclerosis por efecto directo sobre las arterias y disminuyen el colesterol total, los triglicéridos y elevan el colesterol HDL “colesterol bueno”.

Dentro de los aceites saludables recomendados para freír o que resisten elevadas temperaturas sin perder sus propiedades saludables tenemos:

El Aceite de Coco:

El aceite de coco prensado en frío, a pesar de no ser rico en grasas del tipo omega, es rico en lípidos que mejoran el funcionamiento cardiovascular y el metabolismo de las grasas.

El óleo de coco ayuda en el proceso cognitivo cerebral, mejora las defensas y optimiza el funcionamiento de la glándula tiroides.

El aceite de coco podría ser útil en infecciones, hongos en la piel, herpes, virus y parásitos intestinales entre otras.

El Aceite de Ajonjolí:

Es una muy buena fuente de calcio, magnesio, manganeso, zinc, cobre y vitamina B6. Contiene además sesamina y sesamolina ambas sustancias pertenecen al grupo de los lignanos, que tienen propiedades reductoras del colesterol y reguladoras de la presión arterial.

El ajonjolí es rico en cobre, un mineral fundamental para un conjunto de enzimas involucradas en procesos antiinflamatorios y antioxidantes por esto ayuda a reducir la inflamación y el dolor en la artritis reumatoidea.

El aceite de ajonjolí es resistente al calor y la luz haciéndolo de utilidad para usarse en la preparación de los alimentos o freír los mismos sin que se pierdan sus propiedades nutricionales.

MEDICINA ALTERNATIVA

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